BIOGRAFÍA DE JOSÉ CARLOS MÁRQUEZ MEJÍVAR

Tesorero de la Junta Directiva de la OEF

El Licenciado José Carlos Márquez Menjívar, fue el Tesorero de la Junta Directiva de la OEF de El Salvador, desde el mes de febrero de 2015 hasta el 28 de diciembre de 2020, día en que entregó su alma a nuestro Creador. Se incorporó como miembro de la Asamblea General de la OEF, animado por la Licenciada Emma Dinora Méndez –Fundadora y Directora Ejecutiva de la OEF, en ese momento-, quien había sido su compañera de estudios en la Universidad de El Salvador, y fue electo Tesorero de la Junta Directiva, cargo que asumió con gran compromiso, a pesar de no percibir ninguna compensación económica por el tiempo que dedicaba para asistir a las reuniones de la Junta Directiva y otras a que se le convocaba. Fue un hombre generoso que se esmeraba en aportar ideas y soluciones, en cada reunión, y siempre estaba dispuesto a hacer todo lo que estuviera en sus manos, para que la OEF lograra sus objetivos y cumpliera su Misión, la cual está enfocada en mejorar la condición y oportunidades de las mujeres, niñas, niños y jóvenes de comunidades rurales y urbano-marginales de El Salvador, y en la cual creía firmemente. Desde septiembre de 2017, cuando la OEF dio vida a sus dos empresas hermanas -CrediManá y Maná Empresarial-, el Licenciado Márquez también colaboró con ellas, formando parte del Comité de Gobernanza y compartiendo sus conocimientos y experiencia con el Equipo. Una de las proezas realizadas por Licenciado Márquez, fue convertirse en la primera persona Ahorrante de CrediManá, por la confianza que sentía hacia la OEF y sus dos empresas hermanas.

Nació en Los Irayoles, cantón del municipio de Comalapa, departamento de Chalatenango, el 18 de diciembre de 1947. Fue el sexto de los nueve hijos del matrimonio conformado por Doña María Catalina Menjívar Calles –ama de casa- y Don Juan Miguel Márquez Guardado –ganadero-. Al tener seis hermanos –Antonio, Romilio, Hermelindo, José Antonio, Tomás y Daniel- y dos hermanas –Dina y Dolores, a quien cariñosamente llamaba Lola-, siempre tuvo con quien jugar y compartir historias y travesuras. Esto decía sobre su infancia: “Mi niñez debió ser la típica de un niño campesino: durmiendo, jugando, comiendo y peleando con mis hermanos, cumpliendo pequeñas tareas encomendadas por mis padres y abuelos, sufriendo las enfermedades típicas del campo: mal de ojo, estacadas en los pies (por ser descalzo), heridas con machete o cuma, caídas en los caminos, catarros, calenturas, diarreas, etc., pero gozando de la vida propia del campo, respirando aire puro, disfrutando de juegos rústicos, montando a caballo, disfrutando los ríos, moliendas, elotes, guineos, mangos y otras frutas… éramos un poco semisalvajes”.

Su padre fue una de las personas que más lo influenció en la vida, ya que Don Juan Miguel se caracterizó por ser siempre una persona muy respetuosa, que valoraba mucho la amistad, razón por la cual “tuvo muchos amigos de toda la vida”... y él les enseñó a sus hijos e hijas, la importancia del amor y que “había que evitar peleas innecesarias”… virtudes que su hijo José Carlos cultivó muy bien, ya que si hay algo que lo caracterizaba era su eterna sonrisa y su buen humor. Al grado de que era casi imposible “estar serios” durante toda una reunión donde estuviera el Licenciado José Carlos… él siempre sabía qué decir y en qué momento, para hacer reír a los demás.

Cuando tenía 12 años de edad, se trasladó a vivir a San Salvador, para continuar sus estudios de primaria, en la Escuela José Matías Delgado. En San Salvador, vivía su hermano Hermelindo, quien fue un gran apoyo para él en esa época… “su espíritu de lucha y deseos de superación eran ejemplares, también su espíritu alegre y solidaridad con las demás personas y muy especialmente con la familia, eran dignos de imitar” recordaba el Licenciado Márquez…Para ayudar a pagar la habitación -del inquilinato donde vivían-, el Licenciado Márquez llegó incluso a lavar carros en el Parque Libertad, entre otros muchos oficios que realizó en su época de estudiante.

Al finalizar sus estudios de primaria, un amigo -Pablo Vaquerano (Pablito)- le ayudó a prepararse para el examen de admisión en el INFRAMEN, el cual aprobó, allí estudió el Plan Básico, y luego, estudió el bachillerato en la Asociación de Ex-Alumnos Maristas, ADEMAR. Después del bachillerato, ingresó a la Facultad de Economía, de la Universidad de El Salvador (UES), en donde fue compañero de la Licda. Emma Dinora Méndez –Fundadora de la OEF- y de la Licda. Eugenia Campos Marcía –actual Presidenta de la Junta Directiva de la OEF-, ambas “amigas de casi toda la vida”. A finales de 1979, debido a los disturbios sociales que dieron inicio a la guerra civil salvadoreña, el Gobierno nacional cerró la UES, sin embargo, las autoridades universitarias y las de cada Facultad, alquilaron locales en San Salvador, para continuar con las actividades educativas. En efecto, “durante el exilio” –como llamaban los estudiantes a esa época, dado que estudiaban fuera del campus universitario-, el Licenciado Márquez finalizó la tesis, junto con sus compañeras y compañeros de grupo, logrando graduarse de Licenciado en Administración de Empresas, a mediados de 1983. Posteriormente, en el año 1992, inició sus estudios de la Maestría en Administración de Empresas, en la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, estudios que duraron dos años y medio, graduándose en 1995.

A nivel personal, en julio de 1973, se casó con Delfa Espínola, con quien procreó 3 hijas y 2 hijos –Ana María, Sandra Marina, Carla Beatriz, Carlos Alejandro y Miguel Antonio José-.

A lo largo de su vida laboral, el Licenciado José Carlos Márquez trabajó con varias empresas, desempeñando diferentes cargos, llegando a ser desde vendedor hasta Jefe de Ventas de reconocidas empresas. En 1976, ingresó al Grupo DIDEA, empresa donde trabajó hasta 2009, cuando se jubiló. Llegó al Grupo DIDEA, por recomendación de Don Joaquín Kessler –su antiguo Jefe en la Ferretería Freund-, quien lo recomendó especialmente con Don Luis Poma, para ocupar el cargo de Jefe de Mantenimiento de los Edificios. La recomendación de Don Joaquín fue determinante para que fuera contratado para ocupar dicha plaza.

Su espíritu altruista lo motivó a involucrarse en varias Asociaciones: a la Asociación Pro-mejoramiento de la ciudad de La Laguna, en su Chalatenango natal; a la Asociación para el mejoramiento de la Comunidad El Rosal, sobre la carretera Troncal del Norte en la jurisdicción de Ciudad Delgado, lugar donde residía; al Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada (CESTA), dirigido por el Dr. Ricardo Navarro, y en sus últimos seis años de su vida, a la Asociación para la Organización y Educación Empresarial Femenina de El Salvador (OEF).

El Lic. Márquez fue una verdadera bendición durante su paso por la OEF, pues colocó su huella de Varón Ejemplar y de profesional de primera categoría, en los miembros del Equipo de esta Asociación, durante su paso rápido y providencial; dejándonos un sentimiento de gratitud y de respeto a su memoria.