BIOGRAFÍA DEL DOCTOR RAFAEL ERNESTO ABREGO

Empleado excepcional de la OEF El Salvador

Su nombre era Rafael Ernesto Abrego, un médico de profesión, que le dedicó a la OEF y a las comunidades, 19 años de su existencia. Comenzó trabajando en los proyectos de salud, bajo la supervisión de una Licenciada en enfermería –Maricarmen Morán-, una mujer entusiasta, que amaba su profesión y capaz de inyectar amor y pasión en el trabajo. Cualidades comunes con las del Dr. Abrego.

Durante esos primeros 8 años, el Dr. Abrego trabajó con compromiso y entrega, atendiendo a poblaciones del área rural, donde otros médicos no llegaban ni por casualidad. Durante estos años, mes a mes, viajó a una comunidad fronteriza con Honduras –Talquezalar-, tardando un poco más de una hora para llegar en vehículo y además, caminar 3 horas a pie, haciendo la diferencia entre morir y vivir, en la gente de dicha comunidad. Pudiendo afirmar, que hay varias personas que hoy pueden contar su historia, gracias a que ese día -que parecía ser el último en sus vidas-, tuvieron la bendición de que el Dr. Abrego, llegó a Talquezalar. Así dejó plasmada su huella indeleble. En una ocasión, -para la bendición de una parturienta- la cargó junto al compañero de vida, para librarla de una muerte segura por una hemorragia postparto; la trasladó al Hospital regional más cercano y no se retiró del lugar hasta asegurarse de que aquella mujer fue atendida e ingresada, por lo que él regresó cerca de la medianoche a San Salvador.

Después de esta primera etapa, trabajó en otros puestos, que igualmente asumió con interés y compromiso. Siendo adicto a la lectura, era capaz de hablar con propiedad sobre casi cualquier tema y de brindar sugerencias e ideas que fueron muy útiles para la OEF, a la hora de estructurar una propuesta o de ejecutar una consultoría. En esa segunda etapa de trabajo con la OEF –que duró 3 años-, fue Coordinador de un Proyecto de Desarrollo Local, ejecutado en el municipio de Acajutla; y luego, formó parte del equipo que sacó adelante la “Campaña de comunicaciones sobre educación inicial”, financiada por UNICEF, para lo que fue necesario –una vez más- trabajar durante largas jornadas.

En la tercera y última etapa de trabajo con la OEF -que duró 8 años-, pasó entre dar consulta médica ocasionalmente -en algunas comunidades de Chalatenango y en la Clínica Médica de la OEF-, y apoyar al Área de Gestión y Desarrollo Institucional, donde era el encargado de brindar apoyo logístico a las demás Áreas. Hoy ante su ausencia, han requerido la atención de más de un/a miembro/a del personal para poder sacarlas adelante. Además, apoyaba en la elaboración de propuestas y consultorías, y fue quien construyó la página web de la OEF. Nunca se quejó de tener que relegar su profesión para integrarse en algunas tareas que no parecían ser para un médico, más bien, las asumió como un reto y buscó los conocimientos que le permitieran hacer bien su trabajo. Algunas de estas tareas, aún -casi un año después de su partida-, todavía no han podido ser suplidas, adecuadamente.

Siendo un hombre solitario, con dificultades para proyectar sus emociones, tenía un único compañero fiel, su mascota “Leo”, un perro “aguacatero” que rescató en una comunidad rural, de las atendidas y a quien cuidaba mejor que a un hijo. Cuando tuvo oportunidad de salir del país, siempre buscó un hotel o un hogar, digno de acomodar y confortar a “Leo”. Se destacó siempre por su solidaridad con los/as compañeros/as de la OEF, y creó lazos afectivos con muchos y muchas de ellos/as, de hecho, se puede decir que éramos su única familia –ya que nunca se casó ni tuvo hijos, y su madre había fallecido mientras estudiaba su carrera universitaria-. El Dr. Abrego NUNCA FALTÓ A TRABAJAR, NUNCA SE INCAPACITÓ, NUNCA FALTO PARA IR A UNA CONSULTA MEDICA, ni siquiera un año antes de su partida, cuando le detectaron “cálculos en la vesícula”, y aún con una crisis de cólico biliar, estuvo al pie del cañón “SUDANDO LA CAMISETA DE LA OEF”. De hecho, la muerte lo sorprendió, el 4 de diciembre de 2012, -a tan sólo 7 días de su cumpleaños No. 49- saliendo de su casa, para dirigirse a su otra vivienda, las instalaciones de la OEF. Hoy su ausencia es notoria, no hay manera de suplir ese espacio que dejó y nunca lo podremos olvidar, no sólo por su legado como profesional y como compañero de trabajo, sino también porque su última voluntad fue heredar a la OEF con la casa donde él vivió. Este bien ha incrementado el patrimonio de la OEF, con cuyo usufructo se continuará financiando las acciones sociales, muy especialmente las de SALUD. Entonces, no nos queda más que decir: “GRACIAS DR. ABREGO, gracias por esa entrega para devolver la salud de la población en las comunidades, salvar vidas y por su compromiso auténtico con la misión de la OEF de El Salvador”.